Dos tiendas para dos empresas en dos ramos diferentes debían convivir en un mismo local comercial, en una marina al borde de los canales de Lechería. Las dos propietarias, una dueña de una floristería y la otra con una firma propia de diseño y confección de trajes de baño, encontraron afinidad bajo el ambiente tropical donde hacen vida. Así, el lado derecho del local acoge a Mi Floris (el flower shop), y el izquierdo a Aguamala Swimwear, como si de una tienda por departamentos se tratase. Un corredor separa a la vez que vincula los dos establecimientos, y quedan los servicios de ambos en el fondo del solar. Al frente, en la entrada, después de atravesar un generoso patio que sirve de antesala y pretexto para cualquier evento, un lobby relajado confunde un poco los límites que una división tan franca podría producir. El interiorismo no oculta los ejes funcionales de cada tienda y juega con la dualidad de los dos hemisferios sin solución de continuidad.